Sumario
- Involucrado en una red clandestina que financia al régimen de Nicolás Maduro y aliados internacionales, el Skipper es parte de una "flota fantasma".
- El tanquero ha operado bajo nombres y banderas falsas, evadiendo sanciones internacionales y manipulando su sistema de identificación AIS.
Estados Unidos confirmó la semana pasada la incautación del petrolero Skipper, un supertanquero de crudo interceptado en aguas del Caribe, cerca de Venezuela, en una operación encabezada por la Guardia Costera que demuestra cómo opera la red clandestina que sostiene financieramente al régimen de Nicolás Maduro y a sus aliados internacionales.
Esta cisterna no es un barco cualquiera. Se trata de un VLCC, construido en 2005, con capacidad para transportar más de dos millones de barriles de petróleo. Cada carga de este barco puede estar valorada en cientos de millones de dólares... solo que hay un detalle, sus operaciones son ilegales, pues esta sancionado por la OFAC.
La Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo clasificó como parte de una red de transporte de petróleo que apoya a Hezbolá y a la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, ambas organizaciones terroristas extranjeras designadas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
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Revelaciones sobre de contrabando de petróleo de Venezuela con barco incautado por EEUU
Pero lo más revelador no es su tamaño, sino su historial oculto. El Skipper ha operado bajo otros nombres, como Adisa, y Toyo, una práctica común en la llamada “flota fantasma” o “shadow fleet”, utilizada para evadir sanciones internacionales. Cambios de nombre, cambios de propietario, cambios de bandera… todo diseñado para borrar huellas, de acuerdo a expertos consultados por Martí Noticias.
"Claro que es usual. Ellos están tratando de despistar a las autoridades americanas", dijo Octavio Pérez, del Instituto Estratégico de Inteligencia de Miami.
De acuerdo con un comunicado del departamento de administración marítima de Guyana, el Skipper, no estaba autorizado para navegar bajo bandera guyanesa. Las autoridades confirmaron que la embarcación no se encuentra registrada en esa nación y que, aún así, enarbolaba de manera irregular el pabellón nacional. El gobierno guyanés condenó este uso indebido de su bandera, advirtió que la práctica se ha vuelto recurrente entre buques no registrados y calificó la situación como inaceptable.
"El régimen está utilizando estas naves donde supuestamente traen petróleo, pueden traer comida, pero eso es para camuflar, a lo mejor también, el envío de armamento, el envío de una logística que ellos necesitan”, señaló Iván Ballesteros, militar retirado de las Fuerzas Armadas de Venezuela.
De acuerdo con datos de rastreo marítimo y análisis de inteligencia, la tripulación del Skipper ha manipulado su sistema de identificación AIS en varios tramos de su recorrido, desapareciendo del radar internacional durante días. Este “silencio electrónico” permitió al buque conectar puertos iraníes, terminales venezolanas y zonas de transferencia en Asia, sin dejar rastro continuo.
En su viaje más reciente, el Skipper cargó entre 1.8 y 2 millones de barriles de crudo Merey en Puerto José, al oriente de Venezuela. Ese petróleo, según Washington, estaba destinado a salir del país violando las sanciones vigentes desde 2019.
Al respecto, desde Caracas, el gobernante Nicolás Maduro calificó de robo la incautación del petrolero fantasma: "Se robaron el barco", afirmó
Además de falsear cambiar lo ocurrido, el régimen de Maduro no dijo que fue un procedimiento legal. La Fiscalía de los Estados Unidos para el Distrito de Columbia presentó una orden de incautación del cisterna, firmadas el 26 de noviembre, como lo informó el director del FBI, Kash Patel.
El presidente Donald Trump confirmó públicamente la incautación y fue directo: calificó al Skipper como “un barco enorme” y aseguró que su gobierno no permitirá que el petróleo venezolano siga financiando regímenes hostiles y redes criminales. Trump afirmó además que el crudo incautado quedará bajo control de Estados Unidos, mientras avanzan los procesos judiciales.
Este caso tiene un fuerte eco político internacional. Desde Oslo, Noruega, durante una rueda de prensa, la líder opositora venezolana María Corina Machado y Premio Nobel de la Paz, celebró la acción y la calificó como una señal clara de que el mundo comienza a cerrar las vías de financiamiento ilegal del régimen de Maduro.
Machado afirmó que cada cargamento incautado es dinero que deja de usarse para represión, corrupción y persecución dentro de Venezuela.
El caso del Skipper revive, inevitablemente, el antecedente del avión de Emtrasur Cargo, un Boeing 747 venezolano-iraní retenido en junio de 2022 en Argentina y finalmente confiscado por Estados Unidos en 2024. Esa aeronave, utilizada para operaciones logísticas del régimen y vinculada a Irán, terminó en territorio estadounidense, donde permanece bajo control federal.
Hoy, el Skipper se suma a esa lista: aviones y barcos convertidos en pruebas materiales de cómo el régimen venezolano ha tejido una red internacional para mover petróleo, dinero y aliados, al margen de la ley.